LAS CAUSAS DE LA APARICIÓN DEL SOCIALISMO.

Por Gabriel Boragina

Varios fueran las causas que motivaron el desplazamiento del sistema capitalista por el socialista para pasar luego al actual sistema intervencionista (socialdemócrata o progresista).

Además de las indicadas en otros trabajos nuestros, o ampliando las mismas, podemos mencionar dos causas madres por así llamarlas.

El pasaje se produjo por obra de los intelectuales. Como bien señala Mises ningún proletario ni hijo de proletario hizo jamás ningún aporte importante a la causa socialista (ver cita más abajo)

La labor fundamental estuvo a cargo los intelectuales. Como Mises indica los intelectuales son los responsables de los cambios ideológicos producidos en las masas. Bien ha señalado el profesor austríaco que en manera alguna es necesario que las masas lean los libros de los reformadores sociales, filósofos, historiadores, etc., los artífices de las ideas. Los intelectuales son los que se encargan de digerir y transmitir el mensaje ideológico a las masas.

Hasta las fechas señaladas en dichos trabajos, el sistema capitalista había producido resultados sorprendentes en cuanto a productividad y mejora del nivel de vida de las masas. Estos resultados fueron expresamente reconocidos por Marx y Engels al comienzo del célebre Manifiesto Comunista (1848).

Ahora bien, no debe olvidarse que el impulso básico, intrínseco y esencial del hombre siempre apunta a mejorar su condición. El hombre (y en la medida que sea hombre y no Dios) jamás estará satisfecho. Llegado a un cierto nivel siempre aspirará a un nivel superior. De alguna manera la historia de la civilización de se debe precisamente a este fenómeno.

Pues bien en la época considerada el hombre en el máximo esplendor del capitalismo se pregunto ¿y bien? ¿Esto es todo a cuanto podemos aspirar? ¿No podrá este sistema mejorarse tal como el capitalismo representó un gran avance respecto de las monarquías feudales a la cuales reemplazó?. Y respondiéndose a esta pregunta nació el socialismo. Dicho sea esto pues a favor de los socialistas de buena fe.

Esta es la mención de honor que debe hacerse en homenaje a los socialistas utópicos. Aquellos mismos (Sain Simón, Fourier) que Marx criticó e insultó y declaró enemigos de la causa del proletariado. En la concepción de Marx dichos socialistas estaban total y completamente equivocados ya que no eran capaces de ver como la misma evolución del sistema (Hegel) conduciría de una u otra manera a la desaparición del capitalismo y la instauración del socialismo. Aquellos utópicos, no menos equivocados que Marx, sin embargo actuaban, creo yo, de buena fe. No obstante, existen dudas históricas muy fundadas respecto de Marx en tal sentido.

Por otra parte aunque en menor medida, no deja de ser cierto que todo cambio siempre deja disconformes y nostálgicos del viejo régimen. Otro tanto ocurrió cuando el nuevo sistema capitalista fue llamado a sustituir el régimen de privilegios que representaba el antiguo estilo monárquico feudal al que estaba llamado a reemplazar.

Los nostálgicos de las monarquías absolutas y totalitarismos de toda estirpe (vigentes a lo largo de 4000 años de civilización) no se dieron por vencidos, como tampoco hoy en día se han dado por vencidos los melancólicos del socialismo que dominó el mundo desde 1918 hasta el presente y luchan por reimplantar las banderas y consignas socialistas (modernamente a través de la socialdemocracia intervencionista).

El socialismo, en este aspecto, también es tomado por muchos de aquellos evocadores de los antiguos privilegios que les daban los sistemas intervencionistas y absolutismos reemplazados por el capitalismo incipiente, y que pretendían ponerse a la cabeza de los revolucionarios proletarios.

Entusiasmados con la idea de una dictadura del proletariado, ¿qué mejor que ser los primeros en sumarse y ponerse a la cabeza de la dirigencia de ese proletariado para pilotear la dictadura?. ¿Es que en realidad les interesaba el proletariado?. No, en verdad lo que perseguían era conquistar la dictadura por la dictadura misma recobrando aquel poder que el liberalismo les había arrebatado, y el movimiento les servia de perfecta excusa para eso. Amparándose en la noble causa del trabajador y del obrero explotado, muchos nostálgicos del autoritarismo encontraron amparo en la nueva doctrina socialista para tratar de recuperar el terreno perdido. De esta manera se subieron a la causa del proletariado para advertir que el socialismo devendría inevitable (tal como Marx lo predijo) al final de la evolución capitalista. Esto Mises lo analiza minuciosamente y de allí que conviene remitirse a sus textos para estudiarlo bien a fondo.

No obstante pues las buenas intenciones de los primeros teóricos y prácticos socialistas en la formulación de la teoría que mejoraría la capitalismo y lo despojaría de sus presuntas "injusticias", lo cierto es que la teoría socialista falló en muchos aspectos de lo cuales Mises ha señalado el mas importante de todos: la imposibilidad de practicar cálculo económico en el sistema socialista. Vale decir en la llamada "economía" socialista cualquier tipo de "economía" resulta imposible. Esta es la gran paradoja del socialismo.

Esta crítica lapidaria al sistema confirmó lo que posteriormente, una vez puesto en practica el modelo socialista, pudo comprobarse en los hechos. Al existir imposibilidad de calcular económicamente, la consecuencia del sistema no podía ser otra que el despilfarro de recursos y la continua y permanente pauperización de las masas.

A pesar de estos resultados palpables (en lo político continua burocratización de estructuras y en lo social hambrunas crecientes y pauperización de las masas) muchos socialistas de buena fe creyeron que el error no estaba en la teoría sino en la puesta en marcha del sistema. De allí que creyeran que cambiando a los hombres el sistema mejoraría por si mismo. Esta miopía de buena fe dio como resultado en muchos países (como Rusia, China, Cuba, etc.) terribles purgas y matanzas impresionantes, destinadas a purificar al régimen, sobre todo en la época de Stalin, personaje que masacró mucha más gente que lo que hizo Hitler durante toda la década el 30 y principios de la del 40.

Rápidamente, en la época de su adopción masiva, hacia finales de la primer década del siglo y comienzos de la segunda, el socialismo, como no podía ser de otra manera y como había advertido oportunamente Mises, derivó en sectas (nazismo, fascismo, comunismo) que mantenían entre si un común denominador: su fervoroso anticapitalismo. Algo que los unía mucho más que los matices que los separaba.

El socialismo (tanto el utópico que Marx condenó, como el científico que fundó) lleva implícito en si mismo sus mas profundas contradicciones, lo que explica que las distintas sectas socialistas (fascismo, nazismo y comunismo) mantuvieran posiciones irreconciliables y pugnas terribles entre si, mientras coincidían en su naturaleza totalitaria y antiliberalismo. Ese totalitarismo que los unía minimizaba las terribles pugnas y guerras que se gestaron entre ellos. Toda la diferencia entre la sectas socialistas consistía en la siguiente cuestión: quién en definitiva debía ostentar la representación de la totalidad de la sociedad, quién la debía gobernar, quiénes representaban a la "verdadera" sociedad. Mientras los nazis aspiraban al dominio de la raza aria, de todo lo nacional y autóctono con desprecio a lo extranjero, los fascistas pretendían el gobierno de las corporaciones por sobre los individuos, mientras que los comunistas postulaban el gobierno de los proletarios por sobre los burgueses. Estas pugnas internas entre distintas facciones socialistas son las que aun caracterizan el sistema.

La humanidad nunca llegó a percibir ni parcial ni totalmente la génesis común y, por consiguiente, la intima vinculación y coincidencia totalitaria de las sectas socialistas (fascismo, nazismo, comunismo) creyendo en definitiva que lo esencial era civilizar el sistema. Nunca jamás reconoció la raíz totalitaria del socialismo. Nunca percibió que sin esa raíz totalitaria el socialismo era y es impracticable. Tampoco jamás reconoció la humanidad el origen común del fascismo, nazismo y comunismo en el socialismo. De manera tal que quedó la impresión en la humanidad de que las sectas fueron "degeneración" de algo intrínsecamente bueno como es el socialismo. De allí que se siga ensayando con el mismo, inútilmente ahora a través del intervencionismo, a fin de lograr el mejoramiento de las masas. Se da por sentado que el capitalismo fracasó y que lo único que queda es mejorar el sistema socialista. La ceguera continúa hasta nuestros días, en donde en lugar de virar hacia el capitalismo se insiste en la vía muerta de tratar de mejorar el socialismo.

De alguna manera, es comprensible que si el mundo ha vivido durante 4000 años, por lo menos, en medio de dictaduras totalitarias, monarquías absolutistas y feudales, la resistencia a un régimen de libertad como es el capitalismo (extremadamente joven con sólo 200 años contra 4000 de civilización) que ha reivindicado la libertad de los pueblos y el establecimiento de los verdaderos derechos humanos, instaurando de tal manera el gobierno del pueblo para el pueblo, perdure aun en nuestros días. La libertad es algo que creemos obvio pero que en realidad significa una conquista, una lucha diaria, como hemos tenido oportunidad de expresar en otro lugar.

Uno de los logros mas espectaculares (y posiblemente el más nefasto) del socialismo (o mas propiamente del marxismo) fue el haber convencido a las masas de la ineluctabilidad del advenimiento del paraíso socialista. Marx tuvo el mérito (por sobre sus antecesores socialistas) de haber sentado en forma casi definitiva en la conciencia de los intelectuales el hecho de que las "fuerzas materiales de producción" gobiernan míticamente el destino de los humanos.

Esto, en buen romance, significa lo siguiente en lenguaje marxista: el progreso está "asegurado", evolutivamente la sociedad tiende al progreso que por su propia dinámica deviene en inevitable (Hegel). Ahora todo lo que hace falta es preocuparse por el "reparto" de ese progreso. Pero ni el propio Marx fue consecuente con su teoría y esto ni siquiera fue advertido (o más bien fue pasado por alto, muy probablemente de manera deliberada) por sus discípulos y seguidores. Luego de sentar las bases acerca de que las sociedades eran gobernadas por las míticas "fuerzas materiales de producción" las cuales, ineluctablemente, llevarían al capitalismo a su máxima fase de expansión luego de lo cual evolutivamente desaparecería y aparecería el socialismo, inconsecuentemente, en sus escritos panfletarios postulaba la expropiación lisa y llana por parte de los obreros de los medios de producción capitalistas.

¿Por qué postular -se pregunta acertadamente Mises- la acción directa revolucionaria si de cualquier manera, conforme la propia teoría marxista, el capitalismo sucumbiría por un problema evolutivo y aparecería en su lugar el socialismo?. Ni Marx, ni ningún marxista jamás dio respuesta a este interrogante. Y así siguen las cosas.

Muy bien. Acostumbrada y hecha la gente a la idea de que el progreso siempre estará entre nosotros, que vamos hacia adelante y que no se puede retroceder, que cada vez tendremos más y más bienes, convencidas las masas de estos postulados marxistas resulta, en esta lógica, muy razonable pensar que todo el problema económico y social reside pura y exclusivamente en cómo distribuir de la mejor manera posible esa riqueza que se genera y se continuará generando por si misma.

Sin embargo el aserto es de una falsedad tan grande que resulta muy difícil comprender el grado de embrujo marxista de las masas como para que no se evidencie el mismo.

Como bien se encargan de puntualizar Ortega y Gasset y otros estudiosos del problema, en manera alguna el progreso es lineal ni está asegurado por los siglos de los siglos. Sostener lo contrario implicaría lisa y llanamente desconocer que en el curso de los siglos fueron innumerables las civilizaciones que surgieron, crecieron, se desarrollaron y sucumbieron. Significa desconocer hechos históricos elementales.

Pero no obstante estas gruesas fallas epistemológicas lo importante es que Marx logró dejar sembrada en las masas, desde la formulación de la teoría marxista hasta el presente, el convencimiento de que el ciclo evolutivo del capitalismo se había cumplido y ahora devendría inevitable el marxismo. Algo a lo que nadie, hiciera lo que hiciera, se podría oponer, so pena de ser arrastrado por las fuerzas arrolladoras de la historia. Esa idea, a pesar de la nefasta experiencia marxista en casi todas las partes del globo, sigue firmemente arraigada en lo que los sociólogos llaman el "inconsciente colectivo" y es lo que ha dado lugar al surgimiento de lo que hoy se llama la socialdemocracia intervencionista o progresista, como fórmula de transición entre un capitalismo al que se le llama y considera "decadente" y un marxismo que se sigue considerando "revolucionario" y en última instancia, con un contenido moral que se le niega al capitalismo.

Justamente a esto que estamos reseñando fue a lo que se refirió Mises cuando se ocupó de lo que él acertadamente denomina "destruccionismo". He aquí uno de sus párrafos más significativos:

"La propaganda socialista nunca ha encontrado una oposición decidida. La critica devastadora por medio de la cual los economistas exhibieron la ineficacia e impracticabilidad de los planes y doctrinas socialistas no llegó a las esferas que plasman la opinión pública. Las universidades están dominadas, en su mayor parte, por pedantes socialistas e intervencionistas, no sólo en la Europa continental, en donde esos centros del saber pertenecen a los gobiernos, quienes los administran, sino también en los países anglosajones. Los políticos y los estadistas, ansiosos de mantener su popularidad, se mostraron tibios en la defensa que hicieron de la libertad. La política de apaciguamiento, tan aplaudida cuando se aplicó al caso de los nazistas y fascistas, se practicó universalmente durante varias décadas en el caso de todas las demás sectas del socialismo. El derrotismo fue la causa de que las nuevas generaciones crean que la victoria del socialismo es inevitable.

No es verdad que las masas pidan con vehemencia el socialismo y que no haya medios para resistirlas. Las masas están a favor del socialismo porque confían en la propaganda socialista de los intelectuales.

Son éstos y no el populacho quienes forman la opinión pública. Es torpe la excusa que dan los intelectuales de que deben ceder ante la insistencia de las masas, porque son ellos mismos quienes han generado las ideas socialistas y adoctrinado con ellas a esas masas. Ningún proletario ni hijo de proletarios ha contribuido en algo para elaborar los programas del intervencionismo y del socialismo, ya que todos sus autores son de extracción burguesa. Los escritos esotéricos del materialismo dialéctico, de Hegel, el padre tanto del marxismo como del agresivo nacionalismo alemán, de Georges Sorel, de Gentille y de Spengler, no han sido leídos por el hombre común y no son ellos los que han movido directamente a las masas. Fueron los intelectuales los autores de su popularización.

Los directores intelectuales de los pueblos han producido y propagado los errores que están a punto de destruir para siempre la libertad y la civilización occidental. Ellos, y únicamente ellos, son los responsables de las matanzas en masas que caracteriza a nuestro siglo y solamente ellos pueden volver a invertir esta tendencia y escombrar el camino para la resurrección de la libertad.

El curso de los asuntos humanos no lo definirá las "fuerzas productivas materiales" míticas, sino la razón y las ideas. Lo que se necesita para detener la tendencia hacia el socialismo y el despotismo es sentido común y entereza moral.

(Ludwig von MISES. Socialismo. Análisis Económico y Sociológico. Tercera edición castellana. Western Books Foundations, pág. 607/608.)"

Estas palabras escritas en la década del 50 conservan en nuestros días toda la frescura con la que fueron concebidas. Creo que es hora de que volvamos a reflexionar sobre ellas. Nunca será demasiado tarde.

Bibliografía

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