LIBERALISMO Y DEMOCRACIA
por Gabriel Boragina
Mises define el capitalismo como el sistema de producción en masa para las masas. Esto es lo que caracteriza y tipifica al sistema capitalista. El productor no puede prosperar si a su vez no satisface al consumidor. Para obtener ganancia monetaria el productor, fabricante o capitalista tienen que producir un valor que interese al consumidor y por el cual el consumidor estará dispuesto a pagar. Si el productor fabrica un buen producto éste tiene aceptación masiva y todos los consumidores se vuelcan hacia él, hasta que aparezca otro productor que les ofrezca un producto mejor. Entonces los consumidores dejan al primer productor y se vuelcan hacia el segundo. ¿Cómo lo hacen? Invirtiendo sus recursos (salarios, ahorros, ingresos, etc.) en el producto o productos que los satisfacen. Cada peso que gasta el consumidor en un producto "X" producido por "A", es un voto para "A". Y "A" obtiene su posición de privilegio en el mercado (ganancias) gracias a los votos que el conjunto de los consumidores depositan en sus arcas ($$$$). Si "A" cambia el producto "X" por el producto "-X" de menor calidad, los consumidores acusan la diferencia y se vuelcan al productor "B" que también fabrica el producto "X". El consumidor cambia el producto "-X" de inferior calidad por el producto "X" de mejor calidad. Los votos del consumidor cambian de destino. Dejan de ir a "A" para pasar a ir a "B". Este es el sistema democrático del mercado, donde gana (obtiene ganancias) el productor que mejor satisface las siempre urgentes necesidades de los consumidores. Por eso Mises llama al sistema de mercado el de la "soberanía del consumidor" porque al igual que en la democracia política donde gobierna el elector, en la democracia del mercado gobierna el consumidor indicando la cantidad de productores que debe haber y cuanto deben éstos ganar en cada caso. El productor se enriquece solamente si enriquece al consumidor, así como el político gana (obtiene votos) si cumple con lo que el elector desea.
En todos los casos las ganancias están indicando que el productor es eficiente (aceptado por los consumidores). Y mayores ganancias indican que el productor es mayormente eficiente (más aceptado aun por los restantes consumidores). Las ganancias indican que ese empresario y/o productor y/o fabricante esta satisfaciendo las necesidades de un mayor numero de personas.
Ahora bien si todo el mundo quiere comprarle camisetas a don Rolando porque las hace buenas y baratas, don Rolando va a tener un monopolio ¿y eso que tiene de malo si todo el mundo quiere comprarle las camisetas a don Rolando y no a don Enrique?. ¿Por qué debe intervenir el gobierno para impedir el monopolio de don Rolando?. ¿Por que va a obligar el gobierno a que la gente le compre camisetas a don Enrique si las de don Enrique no son tan buenas como las de don Rolando?. Ahora si es el gobierno el que decide que todo el mundo compre las camisetas de don Rolando la situación cambia drásticamente. También en este caso don Rolando será un monopolista pero no por decisión de todo el mundo sino por decisión del gobierno. La primera (la decisión de todo el mundo, los consumidores), es una decisión capitalista, de mercado, liberal, etc., la segunda (la del gobierno) es una decisión intervenicionista, socialista, colectivista, de izquierda. Esta es la diferencia entre el monopolio de mercado y el monopolio legal (del gobierno o por decisión del gobierno). En el caso de que el gobierno decida destruir el monopolio de don Rolando y darle ese monopolio a don Enrique o que don Enrique venda la misma cantidad de camisetas que don Rolando, el gobierno está destruyendo la democracia del mercado.
Es lo mismo que en una elección política gane el partido blanco y la Corte de la Haya, el Papa, Clinton, Saddam Hussain, Yeltsin o el FMI decidan que el triunfo en realidad le corresponde al partido negro, o que los votos se deban dividir por la mitad: 50% al partido blanco y 50% al partido negro. Se rompe la democracia, la soberanía del elector, del hombre de la calle, en aras de la decisión de un tercero no imparcial.
Eso es lo que hacen los gobiernos con la democracia del mercado: desconocen la soberanía del consumidor y deciden por él qué deben consumir y a quien le deben comprar lo que deben consumir. El consumidor no elige, su voto no vale y se lo obliga a gastar su dinero en aquel a quien no aceptan espontáneamente. Esto puede darse solamente en dos sistemas: el intervencionismo o el socialismo (incluimos en esta acepción todos los colectivismos de izquierda para abreviar). Y esto es lo que está hoy día ocurriendo en la mayor parte de los países del mundo mal llamado "libre".
No es lógico llamar a un país libre o liberal si el consumidor no puede elegir (votar) al productor de su agrado. Tomemos el caso argentino. Las mal llamadas "privatizaciones" que se llevaron a cabo en este país dieron por resultado, por citar un ejemplo, que dos empresas se quedaran con la prestación del servicio telefónico (Telefónica de Argentina y Telecom). Esto fue decidido por el gobierno, no por el mercado (el consumidor) a través de una ley que impide a cualquier otro interesado en prestar el servicio telefónico hacerlo en la Argentina. Esto quiere decir que si el Sr. Fulano tiene la capacidad, tecnología y capital necesario como para competir en el mercado telefónico argentino no puede hacerlo porque existe una ley (del gobierno) que lo prohibe. Esto equivale a decir que existe un monopolio (o duopolio mas precisamente) legal, decidido por el gobierno y no por el consumidor. Se ha roto la democracia del mercado y el gobierno decide por el consumidor quién le debe proveer del servicio telefónico. Nada que ver con el capitalismo. Es puro intervencionismo (transición al socialismo).
Ampliando lo anterior, en el mercado pueden darse dos tipos de monopolio. A uno lo podemos llamar "monopolio legal" y al otro de mercado propiamente dicho. Otros autores llaman a estos dos tipos, "monopolio artificial" y "monopolio natural" (por ejemplo A. Benegas Lynch (h)).
El monopolio natural es el creado por mandato del consumidor. El monopolio artificial nace como consecuencia del mandato gubernamental, contrariando los deseos del consumidor. A su vez estos pueden ser públicos (estatales) o privados.
Muchos monopolios artificiales se traducen en las tristemente célebres empresas estatales. Se los crea por razones estratégicas, de bien publico, subsidiariedad, fiscales, interés nacional y con otras excusas. El mecanismo de creación es el que utiliza el estado para crear cualquier empresa estatal: la extracción de recursos de los bolsillos del consumidor vía impuestos, inflación, empréstitos internos o externos, operaciones del mercado abierto, etc. pero siempre contra la voluntad del consumidor, por la fuerza, la exacción (en otras palabras mediante el robo "legal").
Solo el monopolio artificial controla precios. El monopolio natural no puede hacerlo porque se enfrenta a cinco limites: la competencia potencial, el factor competitivo permanente, la elasticidad de la demanda, los sustitutos y la ley de rendimientos decrecientes conforme explica Alberto BENEGAS LYNCH (h) en "Fundamentos de Análisis Económico", 9º edición, Abeledo Perrot, Buenos Aires. Capítulo: El caso del monopolio. Control de márgenes operativos y cupos de producción. Elasticidad de la demanda y rendimientos decrecientes desde la p. 196 hasta la p. 205.
En terminología de mercado se suele denominar monopolio "bueno" al que nace como consecuencia de la voluntad mayoritaria de los consumidores que, en un verdadero proceso democrático (de mercado) votan con sus compras y abstenciones de comprar a efectos de decidir cual es el proveedor que deberá prevalecer por sobre sus competidores. Esta decisión es irreprochable desde el punto de vista democrático porque nace de la voluntad de la mayoría de los consumidores que, sin injerencia gubernamental, así han decidido asignar sus escasos recursos a quienes ellos consideran que mejor los satisfacen. La decisión en última instancia corresponde al consumidor, verdadero soberano del proceso de mercado.
No ocurre lo propio con los monopolios legales o artificiales que nacen como consecuencia de la decisión arbitraria del comité gubernamental de cada país, que se arroga facultades por sobre la de los consumidores y establecen, unos pocos soberbios burócratas, qué empresas deben proveer determinados servicios o bienes. Otro tanto se aplica al caso frecuentemente planteado de las industrias. Todo esto puede verse mas explicado en las obras citadas en la bibliografía y en el mismo libro indicado en este artículo.
Curiosamente los políticos, periodistas, eclesiásticos y economistas modernos atacan al monopolio "bueno" (de mercado, o natural) y defienden al "malo" (artificial, legal, estatal o gubernamental). Solo ignorancia o mala fe pueden justificar sus argumentos. Ninguna otra cuestión. Cada caso concreto indicará expresamente cuando se tratará de un supuesto o del otro.
La mayoría de los monopolios que conocemos en el mundo son artificiales, legales, estatales o gubernamentales. Son muy contados los casos de monopolios naturales (de mercado) tanto en este país como en el mundo.
Las consideraciones efectuadas al caso del monopolio son aplicables a todos los llamados duopolios, oligopolios, carteles y trust. No hay técnicamente ninguna diferencia entre los monopolistas ya sea que se trate de uno o de muchos.
El monopolio artificial (estatal o privado) subsiste gracias a la ley que dicta para él el burócrata, sacándolo fuera de la competencia.
El monopolio natural (siempre privado) subsiste, dentro de la competencia, gracias al voto del consumidor emitido en proceso de mercado, conforme lo explica la teoría de la imputación. Este mandato es esencialmente revocable por parte del consumidor, que disconforme con su proveedor habitual, tiene la libertad de volcarse a un productor alternativo.
Las deformaciones que ha adquirido la explicación de la teoría liberal o capitalista han llegado al colmo de asimilar la idea de mercado con la de monopolio, incurriendo en una de las aberraciones ideológicas y doctrinarias de mayor calibre. No existe identidad alguna entre el monopolio y el mercado. Pero esta asimilación se trata de un error muy antiguo que los detractores del capitalismo han sabido aprovechar muy bien a favor de la difusión de sus espurias teorías.
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