TEORÍA Y PRÁCTICA

Por Gabriel Boragina

Sigue siendo moda ridiculizar a los pensadores, intelectuales, estudiosos, etc. a quienes despectivamente se los llama "teóricos, idealistas, dogmáticos, fundamentalistas, ortodoxos" y a quienes se los acusa reiteradamente de vivir en una torre de marfil completamente alejados de la realidad. Quienes profieren tales acusaciones se jactan de ser hombres "prácticos y/o realistas" con los pies bien puestos sobre la tierra.

Sin embargo tales críticos se engañan a si mismos y desgraciadamente logran engañar a los más incautos con tales críticas, las cuales son totalmente infundadas.

La ideología, la teoría, siempre se encuentra en forma omnipresente en el hombre. Esa es justamente la característica que distingue a los seres racionales de los seres irracionales. La capacidad de pensar, esto es, de formular teorías y de actuar conforme a ellas. La función de la teoría es explicar la realidad, de manera tal que afirmar que teorizar es inútil o una simple cuestión de fe, es totalmente un contrasentido. Viola las leyes de la más mínima lógica.

En tal rumbo todo individuo está permanentemente teorizando sin importar a que se dedique. Puede ser un catedrático en una universidad, puede ser un famoso profesor o puede ser el muchacho que recoge la basura por las noches.

Están los que elaboran sus propias teorías y los que se ajustan a las teorías ajenas. En este sector se ubican precisamente los que se hacen llamar "hombres prácticos y/o realistas". Aquellos que con orgullo se hacen llamar pragmáticos a la vez que desdeñan a los teóricos, idealistas, dogmáticos, fundamentalistas, ortodoxos, ignoran que su pragmatismo no es otra cosa que las teorías elaboradas por otros acerca del pragmatismo. Su propia interpretación de la realidad responde a una teoría ajena. Y a ella se ajustan.

Un hombre que no teoriza sería semejante a un robot, a una máquina sin vida con un input y un output. Sería tanto como afirmar que el hombre carece de cerebro. O que bien lo tiene vacío.

La teoría puede ser buena o puede ser mala en la medida que explique correcta o incorrectamente la realidad. Si la teoría es mala resulta pues que se encuentra divorciada de la realidad a la que explica en forma inadecuada. Si la teoría es buena estará explicando correctamente la realidad. De allí la importancia de las teorías y de su bondad o maldad para explicar los fenómenos que se observan a diario.

Cuando el ser humano sólo andaba en carreta, los hombres "prácticos y realistas" de aquel tiempo se reían cuando algún genio con rostro desencajado y un poco despeinado venía y decía que un día un artefacto eléctrico (que tras los siglos sería conocido como tranvía) movería de un lugar a otro a los hombres. Se burlaban de él, así como los hombres "prácticos y realistas" de hoy se burlan de los pensadores. Los hombres "prácticos y realistas" de aquellas épocas le respondían al que hablaba del tranvía en la era de las carretas de esta manera: "lo que tu dices sobre ese artefacto que por si mismo sin caballos movería a los hombres de un lado a otro "es una simple cuestión de fe creer que funcionaria mejor o peor que este que hoy tenemos". Tal como ocurre hoy en pleno siglo XX o XXI (como más les guste).

Lo mismo sucedió en la época en que los hombres se iluminaban con velas. Hablar de la bombilla eléctrica era una locura, una arrogancia. A quien se atrevía a aventurar que el hombre viajaría por el espacio era condenado poco menos que al hospicio de enfermos mentales. Edison, Marconi, Ford, Bell, Verne, y otros grandes inventores y pensadores de un futuro inexistente en sus épocas, sufrieron las más encarnizadas burlas de sus contemporáneos por ser idealistas, por creer en un mundo imposible, un mundo que no existía EN ESE MOMENTO. Como también se burlaron de Colón y lo trataron de loco por creer que navegando hacia occidente se llegaría a oriente.

Los grandes genios de hoy fueron los absolutos dementes del pasado, no tan lejano.

Ellos fueron idealistas, teóricos, utopistas, hombres que eran acusados de estar completamente desencajados de la realidad.

Fueron objeto de burlas y de escarnio por parte de los hombres "realistas y prácticos" que se jactaban de ajustarse a los "hechos" y de encontrarse con "los pies bien puestos sobre la tierra" .

Los hechos responden a teorías siempre, por ende si se quieren mejorar los hechos deben mejorarse las teorías en la que dichos hechos se sustentan.

Sin teorías sería imposible establecer relaciones de causa y efecto. En tal sentido el hombre que se considera más práctico de todos y menos teórico, es el más teórico de todos.

Todo es ideología, todo es teórico. Esa es la característica fundamental del ser humano. Todo lo que hoy vemos que tiene existencia real y concreta, ha sido en su origen una idea, una teoría, una ideología. Desde la máquina de lavaplatos hasta el sistema democrático, todo ha nacido de una idea de alguien, de una teoría.

Todo es teoría, hasta la teoría que dice que no es bueno manejarse con teorías, lo que constituye una teoría y como tal autocontradictoria.

En la medida que el hombre ejercita su potestad de pensar, está de hecho teorizando. De manera que resulta inconducente emprenderla contra la teoría en abstracto. La discusión deberá centrarse entonces entre las teorías prácticas y las teorías imprácticas o dicho de otra manera entra las teorías buenas y las teorías malas.

Pero nunca debe perderse de vista que en el mundo en que nos movemos se trata de un mundo hecho de teorías. Hasta la PC que utilizamos en nuestro diario trabajo, el vaso que manejamos para beber, la botella de bebida con que lo llenamos, el bus que tomamos, la mesa a la cual nos sentamos, la silla en la cual trabajamos, todas estas cosas empezaron siendo teorías, simples ideas en la cabeza de alguien. El mundo concreto empezó siendo un mundo teórico. Los conceptos de mar, tierra, aire, cielo, etc. son conceptos teóricos, idealistas, dogmáticos, fundamentalistas, ortodoxos que explican objetos y fenómenos concretos.

Lo que es bueno en teoría lo es también en la práctica y lo que es malo en teoría será de la misma manera malo en la práctica.

Los que desdeñan la teoría tendrían que pensar que un mundo sin teoría hubiera sido un desierto similar al que existía antes de que el hombre hiciera su aparición en la tierra.

Olvidan además que los conceptos de "pragmatismo", "practicidad", "empirismo", "realismo", "objetividad", etc., son conceptos teóricos, idealistas, dogmáticos, fundamentalistas, ortodoxos con lo cual la negación de la teoría (de toda teoría, buena o mala) deviene absurda a poco que se examine.

Vivimos en un mundo de teorías, de ideologías. Es más, la civilización actual con todos los bienes que disfrutamos hubiera sido imposible si no se hubiera teorizado acerca de ellos. La humanidad del mundo, el concepto de humanismo, está dado por este hecho.

Todos aquellos que exclaman pues, "yo no soy un teórico, soy un hombre práctico, soy un realista, no encajo en ninguna teoría" están proclamando un absurdo ya que la mera enunciación de lo que están afirmando responde a una teoría. En tal caso estaríamos frente a la teoría del "pragmatismo". Se engãnan gustosamente a sí mismos.

Si no soy un teórico no soy un ser humano. Tal vez podría ser una planta o un mineral, o quizás algún animal. Pero nunca podría ser un ser humano.

Es cierto que podría negarme a pensar. Tengo esa posibilidad. Sin embargo la vida en sociedad y la interacción con otras personas me obligaría a manejarme con ideas si es que quiero sobrevivir en ese ambiente. Si no con las mías (ideologías) con las de otros. De hecho, como hemos señalado arriba, los que dicen no manejarse con teorías en realidad se manejan con teorías no propias sino ajenas. Vale decir en lugar de "manejar" son "manejados" pero creen que se "manejan" a sí mismos.

De allí el absurdo de proclamar que algo "es bueno en la teoría pero en la práctica no funciona", como se escucha por todos lados.

Es de acuerdo a esto que sea ridículo menospreciar a los llamados "pensadores", "estudiosos", "idealistas", etc., porque los que hacen tal desprecio no son menos "pensadores" que aquellos a los que despectivamente llaman "pensadores". Es como escupir al cielo. Tal vez sean menos "pensadores" profundos que otros. Sin embargo esto no les priva de su condición de pensadores y de teóricos, idealistas, dogmáticos, fundamentalistas, ortodoxos.

Sus teorías a lo mejor no son científicas, sin embargo las ideas de todos nosotros se basan en teorías que otrora fueron científicas y que hoy tal vez no lo sean porque han sido desplazadas por otras teorías. Sin embargo, antiguas o novedosas, las teorías son teorías, siguen siendo teorías, útiles o inútiles. Las teorías son teorías, porque están en nuestra mente grande o pequeña, amplia o estrecha.

Todos los problemas "prácticos y/o realistas" son en última instancia problemas "ideológicos" y/o "teóricos, idealistas".

No ser teórico es negarme la capacidad de pensar. Renunciar a ser humano, algo a lo que tengo libertad si es que no temo perecer en el intento.

Hasta el acto más simple que pueda imaginarse (teorizarse), conlleva la elaboración de una teoría. Supongamos que estoy tranquilamente sentado, leyendo el diario en el living de mi casa y de repente siento hambre. El saber que en el refrigerador tengo un emparedado, y que para acceder a él tengo que levantarme de mi sillón y dirigirme hacia el refrigerador supone un conocimiento teórico. El fin es aplacar mi hambre. El medio implica saber (teorizar) que para aquietar mi hambre dispongo de un emparedado que está alojado en un refrigerador y que para acceder a él y mitigar mi hambre lo que tengo que hacer es levantarme del sillón y dirigirme hacia el refrigerador, abrir la puerta y tomar el emparedado y empezar a comérmelo. A su vez tengo que ser capaz de explicar a un tercero observador qué es un emparedado, para lo cual al explicárselo debo echar mano a una teoría (un emparedado es un alimento compuesto por, según el caso, dos fetas de jamón, una, dos o tres de queso, una, dos, etc. de tomate, etc. que llevan por encima y por debajo dos rodajas de pan, etc., etc.). Todo esto que he elaborado en mi mente responde a un teoría. Convengamos que se trata de una teoría simple, sencilla en extremo. Deliberadamente he simplificado el ejemplo. Pero no por ello será menos teoría. El sándwich a su vez está elaborado conforme a una teoría (procedimiento) por la cual el jamón y el queso van entre dos rodajas de pan y no fuera y por encima de ellas.

Creo que conviene pensar en esto cada vez que nos encontremos tentados a volver afirmar que algo puede ser bueno en "teoría" pero que en la práctica no funciona. La práctica funciona siempre, lo que no funciona siempre es la teoría que pretende explicar esa práctica. Pero no hay práctica sin una teoría que la explique. Una vez más repitámoslo hasta el cansancio (ya que no se entiende): la teoría es la explicación de la práctica. Si la teoría explica adecuadamente la realidad se dice que es buena, si no la explica adecuadamente se dice que es falsa. Pero no se puede enjuiciar a la realidad si no se enjuicia antes la teoría que procura explicar esa realidad.

Supongamos ahora que según mi teoría no voy a encontrar el emparedado en el refrigerador sino que voy a encontrarlo en la chimenea o bien en el placard. En ese caso mi teoría dirá algo así: "los emparedados siempre se guardan en el vestidor o en la chimenea". Evidentemente dicha teoría no me va a conducir a un buen final. Si me empecino en buscar emparedados en los placares de las habitaciones de mis amigos no lograré mi cometido, ya que la sana teoría (correcta) dice que los alimentos deben guardarse en los refrigeradores para conservar sabor, temperatura, propiedades alimenticias, etc. Deberé revisar y cambiar mi teoría. Sostenerla me conducirá al fracaso seguro.

Todos los objetos que vemos a nuestro alrededor no existieron siempre. En su comienzo no fueron más que una idea en la cabeza de alguien. O sea una teoría, una ideología. El mundo creado por el hombre es simple y llana manifestación de diversas teorías. Desde el palo y la piedra para producir fuego, pasando por la cerilla, la bombilla eléctrica, el teléfono, televisor, electrodomésticos, hasta la PC que usamos para escribir. Desde el globo aerostático hasta el avión de chorro que nos conduce a velocidades fantásticas a través del mundo. Todo absolutamente todo fueron simplemente teorías antes de convertirse en objetos concretos y palpables al tacto.

Siempre me gustó la manera en que A. Benegas Lynch (h) explica el tema:

"La comprensión de la filosofía liberal implica una batalla en el campo de las ideas y cuanto mas conceptual y abstracta sea la exposición mayor será la penetración de la idea. Los ejemplos y las explicaciones "coyunturales", circunstancialmente puede ilustrar el problema, pero sólo se habrá comprendido cuando se establece el nexo causal correcto en el nivel conceptual y abstracto; recién entonces se estará en condiciones de interpretar y aplicar la idea en la práctica. Este es el sentido de afirmar que "nada hay más práctico que una buena teoría". La contradictoria teoría que consiste en que debe haber ausencia de teoría, en última instancia, significa que el individuo decide dejarse arrastrar por los vaivenes de las circunstancias que se le van presentando, lo cual, a su vez, significa que delega el control sobre sus actos. Afirmar que teorizar es inconducente equivale a firmar que explicar la realidad es inconducente. Por ello es que también constituye un contrasentido sostener que una teoría puede ser acertada "pero no funciona en la práctica" puesto que la teoría es, precisamente, el explicación de la práctica. Una teoría puede ser acertada o desacertada, la primera debe adoptarse mientras que debe rechazarse la segunda, pero por el principio de no contradicción una teoría no puede ser acertada y desacertada a la vez.

La experiencia, por mas desagradable que resulte, no enseña; solo puede eventualmente, inducir al estudio. Determinada situación social puede ser considerada mala pero ésta empeorará si el análisis que pretende explicar aquellos hechos no apunta a las causa el mal. Sólo la adecuada conexión causa-efecto puede corregir la situación. En otros términos, el papel de la educación, es decir, el rol de las ideas, resulta de trascendental importancia para distinguir aquellas cuya aplicación permitirá transitar caminos conducentes al mayor grado de bienestar espiritual y material posible de aquellas ideas que obstaculizarán o imposibilitarán aquel tránsito." (Alberto BENEGAS LYNCH (h);"Fundamentos de Análisis Económico", 9º edición, Abeledo Perrot, Buenos Aires. p24/25)

Bibliografía.

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