ANARQUISMO, UTOPÍA Y PROPIEDAD PRIVADA
¿Quien no puede sentir simpatía por la causa de los anarquistas en cualquier punto del mundo?. ¿Quien puede negar la belleza de los ideales de igualdad, fraternidad y libertad? ¿Quien puede dudar de las nobles intenciones de los anarquistas en reformar el mundo y salvar a los humildes de la opresión? ¿Es que el capitalismo está en contra de estos ideales?. NUNCA!!!!!. JAMÁS!!!!!. Los capitalistas amamos, la libertad, la fraternidad y la igualdad tanto o mas que el mas fanático de los anarquistas. Es más, libertad, fraternidad e igualdad son ideales liberales y capitalistas inventados por los liberales y capitalistas allá por el siglo XVIII. Pero hay algo en que diferimos: nuestra concepción de la realidad. El capitalista está como el anarquista CONTRA el poder. Y como al anarquista, el capitalista en el fondo de su alma gustaría de derogar el poder, aniquilarlo, destruirlo. Sin embargo es consciente que tratar de suprimir el poder es imposible. El poder es al hombre como la emoción, inherente a él. Suprimir el poder en el hombre sería tan utópico como pretender extirparle su emoción o su razón, con todo lo malo que el abuso del poder representa. En razón de ello el capitalismo aspira a la hipótesis de máxima de la realidad: la limitación del poder al máximo posible. La minimización del poder. Si se quiere, la dispersión o "atomización" del poder enrte.
Y en eso nos separamos de los anarquistas, ellos creen que el poder puede suprimirse, extirparse. Pero nunca pudo ser ni podrá ser jamás mientras el hombre sea humano. No se equivoca el anarquista cuando encuentra el poder en la propiedad. Está en lo cierto. Pero como la propiedad es UN HECHO, hay que convertirla en un derecho. El liberalismo transforma un hecho de pocos en el derecho de muchos. Eso es exactamente lo que ha realizado con la propiedad. Al dispersarla en muchas manos a través de la competencia, el capitalismo transforma el hecho de la propiedad de pocos en el derecho de la propiedad de muchos. Y en tal sentido solo puede ser un derecho de dos sujetos: el estado o los hombres. Los que gobiernan o los que trabajan. El capitalismo ha optado por los que trabajan para darles la propiedad. Y en esto también nos parecemos a los anarquistas. Pero entendemos el trabajo de dos maneras distintas. Para los anarquistas y en esto se parecen a los marxistas, el trabajo solo es físico. Mientras que para el capitalista el trabajo físico es simplemente un instrumento, un medio del trabajo intelectual. Porque el trabajo siempre es primero intelectual y después físico. Porque ningún obrero puede usar un martillo si alguien no lo ha inventado antes (si alguien antes no lo pensó, lo intelectualizó) y menos puede usarlo si mentalmente, intelectualmente no sabe para que sirve.
Los anarquistas se engañan cuando creen que nadie gobernará su sociedad, que nadie decidirá quien hará las cosas. O peor aun, que todos decidirán por igual. Porque no somos iguales y en esto también se engañan los utópicos. La desigualdad de la naturaleza (y por ende del hombre) es algo a todas luces evidente. Emocionalmente puede ser detestable, pero debemos convivir con esa realidad. Los hombres no nacen iguales y se niegan a igualarse en el fondo, por mucho que de la boca para afuera proclamen la igualdad. Nos gusta ser distintos, diferentes, conforme a nuestra naturaleza. Ideologías espurias "igualitaristas" aparecen para contradecir este hecho natural (socialismo, anarquismo, etc.) basadas no en la razón sino en lo que dicta la emoción. Pero a nadie le gusta entregar lo que ha ganado con su esfuerzo a aquel que no lo ha ganado, como postulan los anarquistas, simplemente para que todos tengamos lo mismo. Esto es lo que olvidan los anarquistas y todos los igualitaristas (socialistas, etc.) Desconocer la propiedad lleva al despotismo, a la lucha de todos contra todos, a la anarquía, al caos, porque si todo es de todos, ello genera la dilapidación, el derroche de capital, la lucha. Le digo a mi hermano lo tuyo es mío y lo mío es tuyo pero ¿qué autoridad tengo yo y no él para proclamar tal cosa? ¿por qué se habrá de acomodar él a lo que yo he establecido? ¿cuál de los dos tiene mas derecho a USAR de lo que llamamos bien común? ¿Qué ocurrirá en caso de conflicto? ¿Quién decidirá dicho conflicto en el mundo anarquista sin tribunales de justicia, sin penas ni castigos, sin culpas ni méritos?. Esta es la base de todo conflicto. Estas son las preguntas que el anarquismo no responde.
Aquel que dice a los cuatros vientos TODO ES DE TODOS ¿no está caso ejerciendo su poder? ¿Qué lo habilita a proclamar, establecer e imponer a los demás su consigna?: el poder que detenta o cree o quiere detentar y ninguna otra cosa. Entonces que no renieguen los anarquistas del poder que ellos mismos quieren ejercer e imponer ¿el poder para aniquilar el poder?. Absurdo. Si el anarquismo hubiera triunfado sobre el marxismo lo único que a la postre se hubiera logrado es que la dictadura que resultara cambiara de signo. Es que desconocer la propiedad privada de los medios de producción lleva a la dictadura como la historia lo ha demostrado y la teoría lo confirma. El capitalismo, en cambio, procura una sociedad de propietarios en la medida de su aporte a la sociedad. El sueño de terminar definitivamente con el poder es el del terminar con el ser humano. El poder corrompe pero es necesario para someter a los insociables, los delincuentes (por mérito propio o no), los violadores, los raptores, asesinos, aquellos que no aceptan ni están dispuestos a aceptar o si bien la aceptaron, están dispuestos a violar la invitación y la incitación anarquista a convivir en paz y armonía. Hay que optar por un sistema que permita a la mayoría pacífica a vivir en paz y reprimir a las minorías violentas que atentan contra aquellas mayorías pacíficas. Por eso deben existir límites y saber donde termina lo suyo de cada cual. Y esto se llama propiedad privada. La propiedad privada es la única forma civilizada de limitar el poder: el ideal capitalista.
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Boragina - 04/06/1999
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